Muchos le llaman eventos canónicos, algunos le llaman almas gemelas, pero creo que yo prefiero llamarlos reencuentros. A mí me gusta creer en que hemos vivido vidas pasadas. Que en esas vidas pasadas hemos experimentado varias cosas y conocido a otras personas. Y así como hemos conocido a otras personas, hemos encontrado relaciones y amores. A veces, efímeros, pero a veces, duraderos. Me gusta creer que hemos tenido amores tan fuertes, que los vínculos superan los ciclos de estas vidas y que si vuelves a coincidir con esa misma alma con la que conectaste alguna vez, estas experiencias impregnadas en ambos vuelven a surgir.

Suena a ciencia ficción o a un invento místico de alguna religión, pero yo creo fírmemente en esto. Creo que hemos vivido y experimentado tanto alguna vez al lado de alguien, que cuando se vuelven a encontrar, automáticamente vuelven a tener esa conexión. Es como darle un Skip Intro al momento de conocer a alguien porque esa conexión ya existía previamente y solo vuelves a conectar. Todo fluye, todo tiene sentido, todo es fácil.

También creo firmemente que este tipo de conexiones pueden ser o no románticas. Es decir, que puedes volver a conectar con un amigo de otra vida, de otra era y volver a conectar como antes.

En mi caso, mi evento canónico fue ella (AE). El evento que más peso ha tenido en mi vida y del que difícilmente me podré olvidar, no en esta vida, sino que en múltiples vidas más. Y aunque mi evento canónico ya sucedió y ya terminó, estoy contento porque la pude encontrar. Soy feliz porque pude volver a amarla, a tocarla y a respirar su aroma. Ahora agradezco a la vida por habernos permitido compartir, aunque haya sido por un periodo de tiempo muy corto. Y también agradezco que pueda compartir una vida en un mundo donde ambos existimos al mismo tiempo.

Finalmente, sé que si en esta vida no logramos estar juntos, en las que siguen sí lo lograremos. Y por lo mientras, quiero que sea la mujer más feliz del mundo.