Todos conocemos alguna cosa que consideramos en extremo difícil de aprender o comprender. Algo que nos parece muy lejano y que muchas veces, es un tema que ignoramos. Una de esas cosas que cuando alguien la hace nos parece casi, nos sorprende y nos parece casi imposible que nosotros podamos hacer algo similar. Para mi, una de estas cosas era resolver el cubo de Rubik.

El cubo de Rubik, era ese misterioso y eterno juego que siempre escapaba mi entender. En mi niñez tuve algún cubo Rubik e incluso un llavero de cubo Rubik que nunca funcionó bien. El caso es que en ese entonces, le di al cubo de Rubik la misma importancia que le daba a la política exterior de Sudáfrica.

Pues bien, mi relación con el cubo de Rubik nunca fue muy civilizada, por decir lo menos. Nunca pude resolver uno, pero siempre tuve la inquietud de saber cómo se hacía. Me parecía casi magia. Sabía que había una serie de pasos que uno debía aprender para después reconocer los patrones y luego, resolver según la situación presentada. Pero todo esto me parecía en extremo complicado y difícil. No sabía cómo era posible que hubiera gente dispuesta a aprender tantos pasos y casos posibles.

Cubo Rubik

Así que por fin, en el 2010, me compré un cubo de Rubik original (por cierto, no compren la marca Rubik, es mucho mejor la marca Moyu). Fue entonces que me decidí a resolverlo. Intenté aprender los pasos que venían en el manual y por fin, después de una noche de desvelo y varios intentos sin buenos resultados, logré resolverlo. Pero ese fue el problema. De alguna manera me sentí satisfecho, pero cuando quise volver a intentarlo, me di cuenta que no me había aprendido ningún paso y por lo tanto, realmente no podría resolver el cubo. Es decir, estaba capacitado para resolverlo tanto como estaba capacitado para explicar el bosón de Higgs. En otras palabras, no había aprendido nada.

Nuevamente caí en una pereza mental y abandoné mis intentos por resolver el cubo. La admiración por la gente que sí podía hacerlo regresó y yo era nuevamente una persona más que admiraba a quienes sí podían hacerlo.

Finalmente, unos tres años después el interés por el cubo de Rubik regresó de manera inesperada pero contundente. De manera casual vi un video en Youtube acerca de cómo resolver el cubo, lo que despertó en mi de nuevo las ganas por resolver uno. Pero esta vez iba a ser diferente. Decidí abordar el problema un paso a la vez.

Un paso a la vez

En lugar de intentar resolver el cubo de un solo golpe y después olvidarlo, hice un compromiso de aprende los pasos, uno por uno, de manera que pudiera repetir el procedimiento las veces que fuera necesario. Aquí aprendí una importante lección: Cuando quieras aprender algo, desglósalo en pasos, siempre comenzando desde lo básico a lo más complejo. Sí, suena muy obvio, pero en la práctica no lo es tanto.

Un paso a la vez

Es como la alegoría de construir una muralla: No construyes la muralla en sí, en lugar de eso, vas colocando un ladrillo a la vez. Al final de un lapso de tiempo, tendrás finalizada tu muralla.

Tiempo y esfuerzo

Después de aprender el primer paso, decidí practicar -solo el primer paso-, hasta que estuve seguro de que podía resolver el primer paso por mí mismo. Después, procedí a aprender y repasar el segundo paso. Luego el tercero y así con todos los demás pasos necesarios.

Muchas veces, mientras practicaba, el cubo quedaba a uno o dos paso de estar completo y debía resistir las ganas por resolverlo completamente, así tenía que deshacerlo y volver a repetir los pasos aprendidos. Una vez que has aprendido los pasos necesarios, hay que repasarlos. Está comprobado que mientras más repasas algo, más lo dominas y al mismo tiempo, será menos factible que lo olvides en un futuro.

Enfócate

Entonces la clave es practicar. Como en casi todo, mientras más haces algo, más te familiarizas con eso y más cómodo te sientes haciéndolo. Ojo, que la práctica debe estar acompañada de paciencia, ya que si no estás dispuesto a gastar el tiempo necesario en tu entrenamiento, entonces no obtendrás los resultados esperados. En el caso de mi cubo de Rubik, me tomó aproximadamente 1 mes de práctica casi diaria. Repasar es la clave. Hacerlo diario.

Practica y practica

De aquí, todo se volvió colina abajo. Una vez que pude resolver un cubo desde cero y sin guía alguna, fue un sentimiento de logro. Después de este primer logro, me sentí motivado a continuar resolviéndolo, una y otra vez. Había veces que se me presentaban casos que no recordaba cómo resolver, era ahí cuando regresaba a mi guía inicial, recordaba, practicaba y seguía adelante.

Siempre fue importante intentar terminar el proceso por mí mismo, pero sabiendo que tenía la guía al lado para cualquier duda. Cuando comienzas a ver logros es cuando más te motivas. Intenta generar logros pequeños, pero que te permitan seguir adelante.

Optimización

Finalmente, cuando no necesité más de ninguna guía y podía ya resolver cualquier caso que se me presentaba, decidí depurar mi técnica. Sabía que era muy lento al resolver el cubo, ya que hacía casi 3 minutos resolviendo un cubo.

Me enfoqué en la manera en que tomaba el cubo entre mis manos. Revisé las maneras óptimas de girar el cubo, de visualizar los lados, de realizar movimientos lo más rápido posible, de adelantarme un paso y practicar movimientos con cada dedo de la mano. ¿El resultado? Bajé mi tiempo desde casi 3 minutos hasta casi 50 segundos, utilizando el algoritmo básico. Sé que no estoy cerca de los tiempos que se presentan en competencias, pero mi tiempo cumple perfectamente la meta que me había impuesto en un principio.

Un paso a la vez

Me he dado cuenta que la gran mayoría de los retos en la vida siguen el mismo patrón. Son cosas que nos parecen muy complicadas, pero que al separarlas en partes e ir abordando paso por paso su estructura, nos permite no desanimarnos y seguir adelante ante una aparente complejidad.

Después, cuando la gente te ve realizando lo que sea que hayas aprendido, te verán extraño, de la misma manera que tú mirabas a los que lo hacían. Como dicen por ahí, la práctica hace al maestro, el truco está en no desesperar.

Al final, no soy un campeón resolviendo el cubo de Rubik, pero sí soy bastante competente y he logrado superar el miedo/respeto que le tuve al cubo durante años. Después de casi un año practicando de manera continua, ya lo hago casi de manera inconsciente e incluso he logrado ya resolver otro tipo de cubos diferentes al famoso 3x3. Ahora, estoy aplicando esta misma manera de abordar los retos en diversas cosas y así fue como aprendí Markdown, VIM, RoR y espero incluso aprender francés y otras tantas cosas.

Espero esta pequeña reflexión, sea una parábola que te permita ver tus retos de manera diferente y que puedas darte cuenta que no importa qué tan complejo veas ese reto, siempre habrá manera de que lo domines si tienes la motivación y el tiempo para conquistarlo.

PD: ¿Te interesan los cubos de Rubik? Te recomiendo la marca Moyu, la marca Shengshou o este llamado GHOST que es en verdad bello.